Jorge tiene 24 años, es oriundo de Catamarca, y como integrante de la Comunidad Cenáculo estuvo en Esperanza brindando testimonio del trabajo de la institución para recuperar a jóvenes adictos a las drogas. En medio de su valiente relato sobre cómo encontró ayuda y pudo salir adelante superando su adicción, les recomendó a los padres “que escuchen a sus hijos, que los acompañen en todas las actividades que los chicos hacen y que se unan con ellos en la oración”.
“Para darme del cuenta del problema que tenía tuve que llegar a la Comunidad y descubrir muchas causas que me llevaron a drogarme; muchas heridas que tenía del pasado, de mi padre que nos golpeaba mucho, la discriminación que sufría en la escuela por ser gordo”, contó Jorge en diálogo con la CSC Radio.
A lo que agregó: “Mi familia era humilde y no podíamos tener muchas cosas, nunca recibí cariño ni un abrazo, y todo ese dolor y ese vacío que tenía adentro me llevaron a juntarme con amistades que estaban en la delincuencia, la droga, el alcohol. Pasé de tener un trabajo seguro a perder todo, a vender mis cosas y me terminaron echando de mi casa a vivir en la calle porque les vendía todo. No quería vivir, más porque mi vida estaba perdida hasta que conocí la Comunidad”.
Sobre la ayuda que recibió en Comunidad Cenáculo, señaló: “Me hizo muy bien, encontré la amistad verdadera y la alegría, y una de las cosas más importantes que aprendí son los valores de la vida; a ser verdadero con las personas; a ser responsable y la fuerza que me dio la oración”.
Destacó que, una vez recuperado, puede “ayudar a otras personas que están pasando por todos estos problemas”. “En la droga se entra fácil, es fácil fumar un porro; pero después no se tiene la fuerza para salir. Pasé por muchas cosas para poder salir de eso, y todavía sigo luchando porque siento que toda la vida voy a tener que luchar. Pero por suerte tengo todas las cosas y la ayuda que me brinda la Comunidad para poder salir de la droga”.
Respecto de su familia, dijo que “ya la daba por perdida porque me habían echado de mi casa, pero la Comunidad me la devolvió. Pude volver a abrazarlos, a decirles lo mucho que los quiero y arrepentirme por todas las cosas que les hice, pude hablar con mis padres y es una herida que aún estoy curando”.
Por último, les recomendó a los padres “que escuchen a sus hijos, que los acompañen en todas las actividades que los chicos hacen y que se unan con ellos en la oración”.
Las imágenes pertenecen a una de las tantas reuniones que mantuvieron los jóvenes con la comunidad esperancina, alumnos y padres para llegar con su relato y su testimonio esperanzador.
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Redacción: Ayelen Waigandt – CSC Radio