Con mucha pena en mi corazón hoy recibo la llamada de mi madre a las 8 de la mañana para avisarme que falleció una de las personas más importantes en mi vida, “la abuela Agustina”.
Pero no solo lo fue para mi, con sus esfuerzos marcó la vida de muchas generaciones de personas y el rumbo de la educación en el centro de la provincia de Santa Fe, y más aún en la ciudad de Esperanza. Educó a más de 3 generaciones en esta ciudad; ¿qué abuelo o abuela no ha enviado a clases particulares a sus nietos diciendo “elle fue mi maestra”?
Ella comenzó a sus 16 años dando clases a los alumnos de su cuadra y esa decisión la mantuvo hasta los 89 años, en los cuales se mantuvo ejerciendo la docencia nada menos que 73 años, ya sea desde su casa o con los alumnos en los pupitres. Fue trasgresora en su época, cuando las damas solo se dedicaban a los quehaceres domésticos, ella fue más adelante y forjó su vocación.
Era católica hasta los huesos y con un placer por la docencia que la llevó a negar la dirección que le ofrecieron antes de su jubilación alegando que ella “era maestra” y no necesitaba beneficios económicos para jubilarse. Así mismo fue una de las personas que puso nuevamente de pie a la biblioteca popular cuando se encontraba en desuso.
Con ella aprendí palabras que quizás ningún lector llegue a conocerlas como yermo, amicísimo o temulento. Quizás fui uno de los nietos con los que más discutió por las maneras de pensar de cada uno, ¡ambos somos vascos! Y resultaba imposible no ser tozudos por nuestras ideas.
Pero lo cierto es que ha partido un ejemplo de vida para todos los que tuvimos el placer de conocerla y una embajadora de la educación. Su recuerdo permanecerá intacto en los corazones de quienes tuvimos el privilegio de conocerla y de escuchar sus enseñanzas.
¡Al recuerdo de una grande! María Agustina Romera de Pruvost.
Te quiere, tu nieto…Ing. Agr. Alfonso Beloqui.
Desde Comodoro Rivadavia