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Locales

Mensaje pascual de Monseñor Arancedo

En la jornada de ayer, el arzobispo santafesino pronunció su habitual mensaje pascual. Aunque siempre incluye en sus discursos la situación económica y política del país, en esta oportunidad, hizo especial hincapié en un tema de alcance nacional: La propuesta reforma del Código Civil.

 

 

 

Como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo puso el eje en lo que calificó como “momentos de importancia política que hacen a la vida” de la Nación. Además, indicó que se trata de una coyuntura “de trascendencia histórica que debemos asumir con responsabilidad por su significado”.

 

 

 

En primera instancia, comenzó recordando que “la celebración de la Pascua renueva nuestra fe en la presencia de Jesucristo que con su triunfo nos abre el camino a una vida plena. Pascua significa que la última palabra no la tiene el mal sino el bien. Desde ella tenemos la certeza de que el amor, la verdad y la paz no son utopías sin raíces sino la realidad que se convierte en el fundamento de nuestra esperanza y que le devuelve al hombre su dignidad y grandeza”, dijo.

 

 

 

“La Pascua es un don que Dios nos entrega en Jesucristo pero que necesita del sí de nuestra libertad para hacerse realidad en nuestras vidas. Por ello, la vivencia plena de la Pascua la hacen un encuentro vivo con Jesucristo que nos da un nuevo horizonte a la vida y con eso una orientación decisiva”, agregó.

 

 

 

En esa línea, opinó que “hoy nuestro país vive momentos de importancia política que hacen a su vida y cultura y como Nación. Son momentos de trascendencia histórica que debemos asumir con responsabilidad por su significado actual. Me refiero a la propuesta de reforma del Código Civil como marco básico que regula la vida del hombre y su relación en la sociedad”.

Según Arancedo, “este tema nos compromete a todos, no podemos permanecer indiferentes y ser espectadores de decisiones que nos involucran y requieren de una amplia participación federal y de reflexión”. Por consiguiente, advirtió que “no caben urgencias en temas de tanta trascendencia”.

 

 

 

Así las cosas, mencionó que “el Código Civil, por su carácter estable y modélico, al definir las obligaciones y derechos de las personas e instituciones no es algo neutro sino que a través de él se expresan doctrinas y corrientes de pensamiento. Por ello, junto a las necesarias actualizaciones que la reforma busca realizar, un nuevo código debe tener en cuenta la riqueza de tradiciones e instituciones jurídicas como principios y valores que hacen a nuestra vida e identidad”.

 

 

 

En particular, el prelado se refirió a determinadas “opciones que definen y orientan la vida de la comunidad. Entre ellas marcaría la necesidad del reconocimiento del comienzo de la vida humana desde la concepción y su necesaria garantía jurídica sin distinción si el embrión está implantado o permanece fuera del vientre materno. Debilitar desde el código este principio es disminuir la base jurídica de un sistema y orientar, por su misma autoridad, el alcance de futuras leyes sobre la entidad de los embriones conservados”.

 

 

 

“En segundo lugar, la familia fundada sobre el matrimonio con relación estable del hombre y la mujer y ámbito primero en la educación de los niños” fue otro de los puntos abordados. Tal como lo mencionó, “la familia es un bien con profundas raíces en el pueblo argentino. Ella es una institución que por su riqueza, historia y garantía para la sociedad es más diría que es profética la sociedad que hoy apuesta por la familia”.

 

 

 

Por último habló sobre “el lugar destacado y de gran responsabilidad jurídica” que adquieren “los derechos del niño, sean respecto de su vida e identidad como el conocimiento a sus derechos de filiación, paternidad y maternidad. Se privilegia en estos temas los deseos o voluntad de los adultos descuidando los derechos esenciales del niño. El adulto tiene más obligaciones que derechos. En ese sentido, no todo lo que es técnicamente posible en el manejo de la vida es necesariamente ético y respeta su dignidad. Saber poner límites es también un acto de sabiduría política”, subrayó.

Por último -y como conclusión- bregó por que “sepamos encontrar, como argentinos, caminos de reflexión que nos ayuden a dar a nuestra patria leyes que garanticen la dignidad de la vida humana, el valor de la familia y la protección de todos los derechos del niño”.

 

 

 

Fuente: www.notife.com

 

 

 

 

ARANCEDO DISCURSO MENSAJE PASCUAL
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