La lealtad convertida en día, como sentimiento vital del ser humano que se trasciende a sí mismo, que cree en algo más que su propio bienestar; no es un día menor.
Ya no es un día solo de los Peronistas, es un día de todos y todas las personas que aspiran a un cambio, a creer en que nuestros líderes deben estar hechos no solo de carne y hueso sino además de carácter para tomar las decisiones que nadie más se atrevería a tomar.
Esa es la clase de líderes que merecemos, es la que tenemos hoy; y es por esa clase precisamente por la que el pueblo dijo “Aquí estoy!! Un 17 de Octubre”…y es tal vez por la que nosotros deberíamos decirlo hoy. Porque destruir es siempre más fácil que reconstruir.
“Lo que movilizo las mazas hacia Perón no fue el resentimiento: fue la esperanza. Recuerde usted aquellas multitudes de octubre del 45, dueñas de la ciudad durante dos días, que no rompieron una vidriera y cuyo mayor crimen fue lavarse los pies en la Plaza de Mayo, provocando la indignación de la señora de Oyuela, rodeada de artefactos sanitarios… No eran resentidos. Era criollos alegres, porque podían tirar las alpargatas para comprar zapatos y hasta comprar libros, discos fonográficos, veranear, concurrir a los restaurantes, tener seguro el pan y el techo y asomar siquiera a formas de vida “occidentales” que hasta entonces le habían sido negadas”.
ARTURO JAURETCHE, Los profetas del odio; 1957
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