Por Luis Lombó.
En nuestro país existe una mayoría silenciosa de argentinos, que todos los días se levantan temprano por la mañana, van a trabajar, llevan sus hijos a la escuela, pagan religiosamente sus impuestos, son ciudadanos honestos, se esfuerzan, se capacitan y sin embargo se dan cuenta que año a año van retrocediendo un poquito más en su calidad de vida. Y, además, muchos de ellos tienen que ver con tristeza infinita como se les desarman sus familias, porque sus hermanos, amigos, hijo o nietos, se van del país en busca de un futuro mejor.
Estos ciudadanos son personas diligentes, que están cansados de escuchar las promesas de los políticos de los distintos partidos que han gobernado nuestro país. Que observan con angustia y desazón que cuando les hablan de crisis y sacrificios, siempre es para ellos, mientras políticos, sindicalistas, empresarios prebendarios, jueces venales, los mal llamados dirigentes sociales, narcotraficantes, financistas, se enriquecen de manera escandalosa, mientras el pueblo se empobrece.
En cada pueblo, ciudad, comuna, los vecinos conocen quienes son esas personas que antes de ingresar en alguno de los “oficios” antes señalados, no tenían ni para comprar un par de zapatillas y en poco tiempo, tienen el auto último modelo, la casa más grande del pueblo y del vino en tetrabrik, pasaron al champagne importado. El famoso Insaurralde gate, no es la excepción, es la regla de una dirigencia corrompida, que hunde al país en la decadencia.
Y hartos de estar tan hartos, descubren un personaje llamado Milei, un economista con pelos rebeldes, mirada penetrante y un discurso disruptivo lindante a veces con lo utópico. El tipo dice sin ponerse colorado y hasta con orgullos entre otras cosas, que su hermana es la jefa y que vive con cuatro perros a los que llama sus hijos.
Y habla de economistas como Fiedrich August Von Hayek y Ludwig Von Mises o de la escuela austriaca de economía, del libertadismo. Pero además explica que el robo está mal, y que por eso va a eliminar el banco central, por que Argentina cuando no tenía ese banco era el primer país del mundo y ahora es el número 170, peleando con Venezuela, Zimbabue y Sudán el podio de la de devastación.
Y entonces esos mansos, ciudadanos diligentes, que nunca van a realizar un piquete, que le inculcan a sus hijo que estudien, que creen que el trabajo dignifica, que la plata se gana con esfuerzo y que alguna vez soñaron que con la democracia se come, se cura y se educa, encuentran como restaurar tantas afrentas, como decirle a todos los “fulleros“ que durante años se robaron el país y lo peor les destruyeron la ilusión, “basta”, que hay un hombre que posiblemente esté un poco “loco”, que tenga muchos defectos, pero que seguramente es mucho más puro y autentico que todos los supuestamente cuerdos y correctos que hasta ahora los gobernaron.
Que prefieren darle una oportunidad a un tipo contradictoria, calentón, al que a veces se les sale la cadena, y que grita las verdades que una gran parte de la dirigencia quieren acallar.
Hace pocos días 7.884.336 de estos ciudadanos gritaron con su voto en la cara de aquellos que les robaron el futuro. Esperemos que en el balotaje halla muchos más ciudadanos mansos que superen el miedo que les quieren inculcar, y Milei sea electo presidente. En ese caso por primera vez en muchos años nuevamente se escuchará la voz de los que no tienen voz.