Cuentan que el gobernador electo Miguel Lifschitz empezó a tomar registro de las dificultades que tendrá para gobernar, tras haberse impuesto por un estrecho margen de votos y al tener media Legislatura en manos del justicialismo. La lectura que por estos días hacen quienes siguen de cerca los pasos que está dando para armar el gabinete, es que le dedica demasiado tiempo a la relación con el radicalismo y poco a quienes pueden ser un gran obstáculo para su acción de gobierno: los legisladores del peronismo santafesino.
En el Senado, por ejemplo, el socialismo tiene un solo representante. “Si quiere avanzar con algunos cambios que necesitan la aprobación legislativa, lo primero que tiene que allanar es el trámite en el Senado. Y de eso, por ahora poco y nada”, comentan en los corrillos de la capital provincial.
Desmintiendo esos pronósticos, Lifschitz ya se habría reunido con el grupo fuerte de senadores del PJ que, más allá del partido, son los que hoy tienen la representación política que supo ser mayoritaria por más de dos décadas en la provincia.
¿Sabrá el gobernador electo moverse con tacto en tan complejos senderos? Por ahora le aconsejan menos atención a sus socios del Frente y más dedicación a sus ex vecinos de banca que en la Legislatura tienen buena parte del poder real.
La Capital de Rosario
