Guiliette explicó que “la arqueología tiene diferentes ramas y una de ellas es la arqueología industrial que nació en Europa después de las guerras mundiales para preservar los grandes edificios arquitectónicos de la Revolución Industrial de fines del Siglo XVIII y principios del XIX”.
Sobre el trabajo ahondó que “partiendo de eso se hace un análisis de diversos tipos de industrias, en este caso los molinos harineros, investigando no solamente la parte arquitectónica sino también los procesos productivos, las inter-relaciones entre los agentes que intervienen en esos procesos, la maquinaria, el uso del espacio, la disposición de las industrias y las relaciones que se producen dentro de una sociedad y como afectan a esa sociedad”.
Asimismo, mencionó que de su investigación le llamó la atención “que a tres años de haberse fundado la Colonia ya existía un molino harinero sobre la margen del arroyo Cululú, que pertenecía a Gaspoz; y a partir de ahí fue en incremento la cantidad de molinos, sobre todo de los más innovadores que eran a vapor. Hubo siete u ocho de esos molinos en la Colonia que tuvieron una actividad fundamental para el país en esa época, debido a su gran producción de harina”.
Detalló que de esos edificios en Esperanza queda aún el predio completo donde funcionan el ITEC y el Liceo Municipal, que tuvo sus modificaciones estructurales debido a las sucesivas fábricas que funcionaron allí, como la Sancor que era una empresa láctea. También está el Museo de Arte “Héctor Borla” que era la casa principal o edificio familiar del Molino Denner; está el predio del Molino Soutomayor donde se levantó la biblioteca del mismo nombre; el Molino Pitier que habría sido donde se instaló posteriormente la fábrica Chelita; el Molino Trod que está en diagonal y que actualmente sería todo un sector de la fábrica Gonella y la estación de gas; y finalmente se encuentra el edificio principal del Molino Iturraspe en el Barrio Norte donde sólo queda una casa que ha sido bastante modificada.
En tanto, reconoció que una de las cosas más sorprendentes de su trabajo “fue el cambio que se produjo aproximadamente en cinco años con la caída de esta producción y además que las generaciones jóvenes tienen un conocimiento muy fragmentado de esto y lo que se conoce es por la tradición oral, lo que hace que se vaya perdiendo la historia. Hoy se conocen los edificios por la función que cumplen y no por lo que fueron”.
En cuanto a la importancia de trabajar estos temas, sostuvo que “es una parte fundamental de la construcción como identidad social que tiene la ciudad porque para comprender nuestro presente de alguna forma tenemos que conocer nuestro pasado. Por eso difundir este tipo de temas, de esta rama de la historia o de cualquier otra, es muy importante para los ciudadanos de Esperanza”.
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Redacción: Ayelen Waigandt – Esperanza Día x Día
Fotos gentileza Secretaría de Cultura Municipalidad de Esperanza