Las inundaciones de ciudad de Buenos Aires y La Plata. ¿Recuerdos del futuro?
El terrible saldo de las inundaciones de la ciudad de Buenos Aires y La Plata, con la irreparable perdida de vidas humanas, futuras afectaciones psicológicas a los habitantes, la ruina de bienes materiales irrecuperables, como fotografías familiares, videos, objetos de antepasados, etc., sumado a al costoso y traumático camino que falta recorrer, para volver estas urbes al estado preexistente, debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de comprender que este tipo de fenómenos puede acontecernos y que debemos estar preparados.
Es necesario señalar que el proceso de las inundaciones urbanas en Argentina y en el mundo, es un hecho ampliamente estudiado y que se genera como consecuencia directa de la construcción y crecimiento de una ciudad. Y donde el cambio climático es un fenómeno meteorológico nuevo, que contribuye al agravamiento de las consecuencias del mismo.
Como señalan Juan Carlos Bertoni y Jorge Adolfo Maza en el Libro Inundaciones Urbanas en la Argentina
“En síntesis, puede afirmarse que a medida que aumenta el porte de las ciudades se agravan las consecuencias de la falta de planificación y reglamentación. Después que el espacio es totalmente ocupado, las soluciones disponibles resultan extremadamente caras y más complejas técnicamente. El poder público pasa a invertir una parte significativa de su presupuesto para proteger algunos sectores de la ciudad que sufren debido a la falta de previsión en la ocupación del suelo. Estos fondos provienen, en última instancia, de toda la población del municipio, del estado provincial o nacional (en función de la importancia de la ciudad y de la gravedad de la situación), por lo que surge el interrogante sobre quién realmente debería pagar.
La respuesta técnica al problema es disciplinar la ocupación urbana a través de una densificación compatible con los riesgos de inundación. El objetivo es minimizar, y de ser posible impedir, el aumento sistemático del hidrograma de áreas urbanas. Para ello es necesario cuantificar el impacto de las diferentes condiciones de urbanización”.
“Los problemas de inundaciones urbanas se han tornado críticos durante los últimos 30 años, al mismo ritmo de crecimiento de las comunidades y de la construcción de canales revestidos en nuevas y viejas áreas urbanas, donde antes se retardaba el escurrimiento en acequias o zanjas linderas a los caminos. Los resultados desafortunados de las mejoras en las antiguas urbanizaciones requieren de grandes inversiones para construir obras de control de crecidas adicionales”.
Es por ello que es imperioso, que los ciudadanos, y muy especialmente las autoridades tengan en cuenta la necesidad de establecer una serie de previsiones respecto al tratamiento del agua de origen pluvial y que no solamente se relacionan con obras de desagües y mantenimiento de estos, sino que también tienen que complementarse con elementos de planificación urbana sobre las formas y características de la ocupación del espacio, normas respecto a la regulación de los excedentes hídricos, protocolos de actuación de los organismos del estado de acuerdo a la intensidad de los eventos y planes de contingencia, cuando las lluvias superen las capacidades de los sistemas de evacuación.
Y si bien, una ciudad de escala media como Esperanza, no tiene problemática de las ciudades de la tragedia, si no comenzamos a trabajar en esta materia, los peligros en mayor o menor grado pueden aparecer cuando menos lo esperamos.
Debemos saber, que como los Mendocinos o Sanjuaninos toman medidas y está preparados para los terremotos, que en nuestra ciudad hay que tomar medidas y estar capacitados para el riesgo que entraña una inundación urbana extraordinaria que puede suceder y la comunidad debe conocer esto.
No es viable dominar a la naturaleza, pero si podemos conseguir que los daños que la misma ocasionaría disminuyan de manera significativa y esto dependerá directamente de cuanto hemos trabajado e invertido en medidas estructurales y no estructurales para mitigar sus efectos.
Por que el agua, no sabe de autoridades, jurisdicciones, partidos políticos, ideologías, clase sociales, religiones. Y se rige por un única ley, la de la gravedad.
Ing Luis Lombó