Roma ha sido el centro, de nuestra última etapa de Peregrinación… Roma, el corazón de la cristiandad, fue para nosotros el lugar de partida y regreso, desde donde el Amor de Dios, nos permitió nutrirnos de Fe, Luz y Esperanza.
La Piedad Popular, que vive en el corazón de nuestra Comunidad, nos llevó hacia los destinos previstos donde profundizamos, en comunión de oraciones, la Fe que heredamos.
La Espiritualidad Mariana, que nos acompañara en todo momento, tuvo su lugar de recogimiento en el Santuario de Loreto. La Madrecita nos acogió en Su Santa Casa, con la diligencia y la ternura del Amor Materno. No hacían falta las palabras…, el Amor reinaba allí y todos en el corazón, sentimos la presencia de la Sagrada Familia, en la simplicidad de Sus actos cotidianos, aquellos que reconocemos como los de nuestras propias familias, y que son al final, los únicos que realmente importan… Volvimos a orar por las Familias de nuestra Comunidad; por las nuestras, ¡claro!, pero también por la de todos Uds., poniendo énfasis en aquellas probadas por la enfermedad y por la pérdida de seres queridos; por el flagelo de la droga y de todo tipo de adicciones; por la que están en crisis; por aquellas en las que el desamor, pareciera haber ganado la partida… Oramos, con la convicción de ser escuchados. Oramos con y desde el corazón, porque mientras mantengamos en alto la bandera de la Familia, la Esperanza reinará entre nosotros.
Nuestra Espiritualidad Eucarística tenía su cita de honor, en el Santuario de Lanciano. ¡Tanto habíamos hablado de ello!, ¡tantas enseñanzas habíamos recibido sobre la Presencia Viva de nuestro Señor en medio nuestro!, y de pronto aquella realidad, con las Especies Sagradas frente a nuestros ojos… Solo caímos de rodillas, en ¡silenciosa Adoración, Alabanza y Acción de Gracias!, depositando el corazón de los “Custodios de la Eucaristía”, a los pies del Señor. Suplicando la Gracia de permanecer fieles y de perseverar y, el Don para que muchos esperancinos, se sientan llamados a convertirse en Adoradores.
San Giovanni Rotondo y Pietrelcina, fueron nuestros próximos destinos; lugares de privilegio para constatar la prédica siempre actual, del amado Padre Pío. El paisaje en su conjunto, es un recordatorio de su “trayectoria de elegido”, una elección que depositó sobre sus hombros el aplastante peso del Calvario; carga y prueba inmensas, que aceptó con humildad, obediencia y silencio. Peregrinos y devotos se dan cita, participando con auténtico fervor de las Santas Misas y formando luego la interminable columna, para tener el privilegio de reverenciar sus restos, expuestos a l público. ¡Cuánto por aprender, de su vida ejemplar!, ¡cuánto por imitar, de sus virtudes heroicas! Llegar al Monte Sant’ Angelo, significó ingresar al monte consagrado por el mismo Arcángel San Miguel, con Su presencia. Mensajero Celeste, Protector insigne, a quién no debemos dejar de invocar, solicitando Su intercesión permanente. San Miguel Arcángel, el Príncipe de la Milicia Celestial, que dejara su huella grabada en la piedra, para que la Humanidad crea en la asistencia cotidiana, del enviado de Dios. Invocamos Su protección para nosotros y para Uds., para nuestro país y para el mundo entero, para que nos sostenga en la prueba y, nos fortalezca en la batalla diaria, permaneciendo leales a Dios.
Descubrimos Nápoles en una tarde serena, con su pintoresquismo ¡tan particular! La Tumba de San Cayetano, en la Basílica de San Paolo Maggiore, era la razón de ser de nuestra Visita. El Padre Alessandro nos esperaba, para introducirnos en la realidad de la devoción teatina, extendida por el mundo entero. Depositamos allí, las intenciones que nos habían confiado y rogamos al Santo de la Paz, el Pan y el Trabajo, para que estos dones no falten en nuestra Comunidad. Visitar la Catedral de Nápoles, formaba parte de nuestro itinerario, para reverenciar la ampolleta que guarda la sangre de San Genaro, ¡tan honrada por la piedad napolitana!
Las Audiencias Papales, ocuparon un lugar especialísimo en nuestra Peregrinación. Logramos la cercanía física, en la Plaza de San Pedro, de un Pontífice que se hace cercano y creíble en lo espiritual. Su sonrisa, su serenidad, su humildad, son el marco de una prédica luminosa, donde con palabras sencillas, llega al corazón de consagrados y laicos, de eruditos y gente sencilla. Un Papa de nuestro tiempo, que privilegia y vive por sobre la oferta del mundo, las Virtudes excelsas del Nazareno.
Asís, se nos mostró imponente y perfecta en las primeras horas del día. Participamos de la Santa Misa, celebrada por el Padre Luis, en el Santuario de la Porciúncula, al que todos ingresamos en reverente silencio. A San Francisco y Santa Clara, pilares de las Espiritualidad Franciscana, se los encuentra en la realidad de cada Santuario. El carisma de ambos, impregna cada lugar de esta región montañosa, donde respondiendo al llamado de Cristo, supieron dar un “Sí” que comprometió Sus vidas y la de Sus seguidores; donde los siglos transcurridos, no han logrado hacer mella en Su herencia de devota humildad y silenciosa sumisión, a la Voluntad del Padre. Quizás fue en Asís, donde el manto del Peregrino, se ajustó fuertemente a nuestros hombros, porque comprendimos la importancia cierta del desafío planteado por Cristo, de ser Sus discípulos y misioneros.
Con emoción llegamos a Milán, al “Santuario de la Virgen Niña”, donde la Hermana Anna Buggini, la religiosa que tallara nuestra Imagen de María Bambina, nos estaba esperando. El Padre Luis celebró la Santa Misa y luego pudimos subir al Altar Mayor, para reverenciar la milagrosa Imagen. El Duomo de Milán, la Catedral Gótica del norte de Italia, nos asombró con sus agujas, verdaderas filigranas de piedra, elevadas hacia lo Alto. Para nosotros, descubrir la dedicación de la Catedral, a la Natividad de la Santísima Virgen, fue una grata y emocionada sorpresa.
En el marco de nuestra Espiritualidad Eucarística, sumamos a la experiencia del Milagro Eucarístico de Lanciano, las propias de los Milagros Eucarísticos de Orvieto y Cascia. Contemplar con los ojos físicos y con los del alma, las Sagradas Reliquias, supera todo intento de traducirlo en palabras. La entrega de Jesucristo el Jueves Santo, toma una dimensión nueva, donde podemos solo atisbar, la inmensidad de un Dios que es Amor…Frente a este Misterio, solo resta el reverente silencio del corazón, junto al dolor de saber que a pesar de los siglos transcurridos, la dureza del corazón humano no ha sido destruida. Aún hay piedras que moler; cizaña por quemar; hielo por derretir, para que nuestros corazones libres de ataduras, adoren sin retaceos, al Rey de Reyes… El Hijo de Dios, Vivo y Operante en el Misterio de la Eucaristía, nos habla a través de los siglos, con una invitación clara a creer, a testimoniar, a evangelizar… En Cascia, el Templo dedicado a Santa Rita, nos acogió con la contundente exposición del cuerpo de la Santa de las cosas imposibles. Allí estábamos, depositando frente a su féretro de cristal, la gratitud de familiares y amigos, por los dones recibidos.
Tuvimos la Gracia enorme de participar de las Santas Misas, celebradas por el Padre Luis, en las cuatro Basílicas Mayores de Roma, donde depositamos nuestras oraciones comunitarias, por la Ciudad en su conjunto.
Concluimos nuestra Peregrinación en clara y emocionada Acción de Gracias, reconociendo nuestra pequeñez, frente al Misterio. Sin falsas modestias, comprendimos que fuimos elegidos y, que esa elección, esconde un desafío y un compromiso. Desafío en lo personal, de atesorar lo vivido, como la perla preciada del Evangelio; perla que deberá enriquecernos y enriquecer nuestro entorno. Compromiso con el Señor y con nuestros hermanos; compromiso de Fe, de Perseverancia, de Testimonio de vida. Regresamos diferentes, casi iguales, pero mejores…, porque la Gracia lavó nuestras imperfecciones y, nos cubrió con Su piadoso Manto de Misericordia. Bajo ese Manto los invitamos a refugiarse, para compartir el Amor de Dios, que no se deja ganar en generosidad y que solo espera nuestra aceptación, para derramar sus innumerables dones.
Peregrinos de la Basílica de la Natividad de la Santísima Virgen
Esperanza (Santa Fe) – Noviembre de 2014