El pueblo santafesino de Pueblo Marini está ubicado en el departamento Castellanos y contaba con 255 habitantes y 36 tambos. Cayeron 600 milímetros de lluvia en dos días, quedan 12 tambos y sólo 140 personas. «En dos meses cerraré, no hay más de qué vivir», dijo el jefe comunal.
El temporal de copiosas lluvias que afectó a la provincia de Santa Fe durante los últimos días de 2015 y el comienzo de 2016, trajo problemas en más de una docena de departamentos y principalmente a la cuenca lechera. Uno de esos casos es Pueblo Marini, una localidad santafesina ubicada en el departamento Castellanos, sobre la Ruta Provincial 22.
Las inundaciones del año pasado y la que sufre ahora implicaron el cierre de unos 26 establecimientos; quedan 10 o 12. De los 255 habitantes, resisten 140. Gerardo Piombo, jefe comunal, dice desesperado a La Nación: «En dos meses cerraré, no hay más de qué vivir». Las 7200 hectáreas con la que cuenta la localidad quedaron bajo 1,50 metros de agua.
«¿Qué podemos hacer? Esperar que no llueva más. De los tambos en pie, seguramente no quedará ninguno. Acá vivimos de eso; sin esa producción no hay más entrada de recursos», relata Piombo.
Los tambos de la zona producen alrededor de 2500 litros de leche diarios y emplean a entre cinco y diez personas de manera directa, además del impacto indirecto en el resto de las actividades. Cada uno tiene entre 150 y 180 vacas en ordeñe.
El principal canal de la zona es el Vila al Cululú, con capacidad para desagotar 160.000 hectáreas. Hoy drena entre 180.000 y 200.000 y no da abasto. Piombo cuenta que hay agua 2300 metros arriba del alto del camino. «De la ruta 22 hacia la 1 de Córdoba es un mar», señala Piombo.
Casi todos los habitantes pasaron unos días en el salón comunitario y en la iglesia cuando el agua convirtió las calles en ríos. Ahora, con entre 15 y 40 centímetros en sus casas, regresaron. Fue «inhumano, con todo el pueblo pendiente del agua, sin luz». Piombo explica que el pueblo tiene cinco canales que drenan el agua, pero están recibiendo más de Ramona (50 kilómetros al oeste de Rafaela) y de Porteña (departamento cordobés de San Justo). «Quedamos en el medio, ahogados», se lamenta.
El principal canal de la zona es el Vila al Cululú, con capacidad para desagotar 160.000 hectáreas. Hoy drena entre 180.000 y 200.000 y no da abasto. Piombo cuenta que hay agua 2300 metros arriba del alto del camino. «Impresiona», añade.Del gobierno de Santa Fe les llegó comida; el jefe comunal pidió una retroexcavadora: «Me dijeron que tenían que evaluar. Creo que más que evaluar hay que proceder, pero no culpo a nadie. Cada uno tiene que asumir su responsabilidad», dice Piombo.