El 17 de octubre de 1945 fue el hito de la historia Argentina que significó el ingreso de la clase trabajadora a la política. Hasta ese momento, las expresiones de los trabajadores eran minoritarias, solo asomaban en las luchas reivindicativas de las incipientes organizaciones sindicales, impulsadas por las ideas de izquierda que llegaban con las corrientes inmigratorias. También estaban en los discursos de los políticos, pero la mayoría no se relacionaba con ellos, los trabajadores no participaban de la vida política del país. En realidad no les servía la política que imperaba hasta ese momento porque no los incluía. Los trabajadores comenzaron a ser una fuerza política importante a partir de la relación con Perón y fueron definitivamente parte de la Nación luego de ese 17 de Octubre donde se hicieron visibles a los intelectuales, a los políticos tradicionales, a las familias aristocráticas y a los propios empresarios que sólo los veían en su fabricas pero nunca en la calle y unidos en una causa.
Daba comienzo a una nueva etapa histórica de nuestro país; una de las más importantes, controvertidas, interesantes, revolucionarias, significativas de nuestra Nación.
Fue una bisagra en nuestra historia, que vio nacer en esa jornada a una nueva fuerza social que modificó definitivamente el mapa político de la Nación: el peronismo.
El movimiento que instauró la justicia social. A partir de ello, nadie pudo hablar más de política en nuestro país, sin hacer una referencia a la justicia social.
Cuando en su discurso del 17 de Octubre Perón dijo “este secretario de Trabajo y Previsión, seguirá luchando al lado vuestro para ver coronada esa que es la ambición de mi vida: que todos los trabajadores sean un poquito más felices”. Estaba proponiendo un modelo de país. Un modelo de distribución de la riquezas, un modelo que impuso desafiando intereses poderosos. Los mismos intereses que en nombre de la democracia lo derrocaron en la mal llamada Revolución Libertadora porque en realidad fue una contrarrevolución opresora que cercenó derechos y privó al pueblo argentino de la presencia de su líder y de la libertad de expresión política durante 18 años.
Hoy como Justicialistas con esta y con tantas historias memorables en nuestro haber y en un momento de grandes definiciones en nuestra patria, creo que tenemos la obligación de preguntarnos, desde qué lugar respondemos al legado histórico de nuestro movimiento. Y ya no es un problema de tal o cual dirigente sino de cada uno de los que sentimos que todavía ese movimiento que nació un 17 de Octubre, tiene mucho para dar porque las banderas que le dieron su razón de ser: la soberanía política, la independencia económica y la justicia social, aún están en juego.
Carlos Zelko (ex Secretario General de la UB del Partido Justicialista de Esperanza)