Por Ariel Aiello
En el fútbol, hay regresos que emocionan, que despiertan recuerdos, que traen mística. Sergio Ñaca Cornejo vuelve a calzarse el buzo de técnico de Unión de Esperanza, iniciando su tercer ciclo al frente del Repollero, un club que conoce como pocos, y que ya lo vio liderar batallas con su impronta inconfundible.
Pero la historia entre Ñaca y Unión viene de mucho antes. En 1990, como jugador, fue campeón y marcó un gol en la final, en lo que fue la primera estrella en la historia del Repollero. Aquella hazaña quedó grabada en la memoria del club, y cimentó un vínculo que hoy se renueva con fuerza.
Ñaca no llega solo. A su cuerpo técnico de confianza se le suma un viejo compañero de ruta: Marcos Madera, que asumirá como coordinador y será un pilar clave en la estructura deportiva del club. Una dupla de experiencia, trabajo y pertenencia.
Con una trayectoria que atraviesa la Liga Esperancina, la San Martín, la Cañadense y hasta el Federal A, Ñaca forjó su nombre en clubes como San Lorenzo, AD Juventud, Defensores del Oeste, Argentino de Franck —con quien fue campeón en 2023— y Sportivo del Norte. También dejó huella fuera de la región: San Martín de Carlos Pellegrini, Trebolense, Piamonte, Sportivo Las Parejas (campeón en 2005), Cañada de Gómez, y una experiencia federal con Independiente Rivadavia de Mendoza.
Un entrenador que vuelve a un lugar que siente como propio, donde las tribunas conocen su voz y el vestuario respira su estilo. La tercera puede ser la vencida, o tal vez la consagración. Lo cierto es que Ñaca vuelve, y con él la ilusión repollera empieza a rodar.