Conmovidos, el lunes 28 de julio de 2025, recibimos la noticia del fallecimiento de Alejandra “Locomotora” Oliveras, quien murió a los 47 años tras un prolongado ACV isquémico que la mantuvo internada en el Hospital José María Cullen de Santa Fe desde el 14 de julio .
Oliveras no fue solo una boxeadora de elite. Nacida el 20 de marzo de 1978 en El Carmen, Jujuy, y criada en Córdoba en un entorno de escasos recursos, aprendió desde niña que la adversidad se vence con determinación y dignidad .
Una campeona que rompió moldes
Con un palmarés impresionante —seis títulos mundiales en tres categorías, 33 victorias (16 por nocaut), 3 derrotas y 2 empates—, la Locomotora consolidó su lugar entre las grandes del boxeo femenino argentino . Desde su primer cinturón supergallo en Tijuana (2006) hasta su título superligero del CMB en 2013, su carrera fue un desafío a los límites del deporte y el género .
Más allá del ring: activismo y ejemplo
Alejandra transformó el ring en una herramienta de transformación social. Fundó escuelas de boxeo en barrios vulnerables y creó el Team Locomotora durante la pandemia para distribuir alimentos en comedores comunitarios de Santa Fe . Además, mantenía una activa relación con su audiencia en redes sociales, ofreciendo mensajes de motivación, empatía y superación personal.
Política y representación
Su compromiso se extendió a la política: fue candidata a diputada nacional, trabajó en la Dirección Nacional de Seguridad en Eventos Deportivos del Ministerio de Seguridad, y había sido electa convencional constituyente por el Frente de la Esperanza para reformar la Constitución de Santa Fe, justo cuando sufrió el ACV el mismo día que debía asumir su banca .
El vacío que deja, y la huella que se queda
La muerte de Alejandra deja un vacío en el boxeo, en las mujeres del deporte y en todos aquellos que la veían como ejemplo. Pero su legado no se mide solo en victorias o cinturones; está en cada niña que hoy sueña con subir al ring, en cada mujer que encuentra fuerza en sus palabras, en cada comunidad que creció con sus acciones solidarias.
Hoy despedimos a una argentina luchadora, que convirtió cada puñetazo en esperanza, cada caída en aprendizaje. Que su vida nos recuerde que, como ella decía, la vida es una sola, hay que vivirla con pasión, sin miedo, como auténticas locomotoras.