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Esperancino compartió su mate con el Papa

En la serie de fotografías que ilustran esta nota se puede ver a Ale Siguiero, un integrante de la delegación esperancina que peregrina por Europa y Tierra Santa junto al Padre Luis Brizzio, que compartió un mate con el Papa Francisco.

 

 

 

En el momento en el cual el Papa saludaba a los asistentes a la audiencia general del pasado miércoles 5 de noviembre, el esperancino Ale Silguiero le ofreció un mate. El Papa Francisco lo aceptó y estuvo intercambiando palabras con el esperancino, quien le contó de la peregrinación y le indicó donde se encontraban el resto de sus compañeros de viaje.

 

 

 

PEREGRINACIÓN

 

 

 

A la Comunidad de Esperanza

 

Volvimos a Roma, pero nuestros corazones quedaron anclados en Tierra Santa, lugar de la 2º etapa de nuestra Peregrinación, …; hemos caminado tras los pasos del Nazareno, sumergidos en la inmensidad de Su Misterio.

 

El Hijo de Dios, nuestro amado Hermano Mayor, se nos mostró en la profundidad de Su Mensaje Salvífico, Luminoso y Sereno, desnudando nuestra miseria y acogiéndonos en Su Misericordia.

 

¿Cómo expresar en palabras, la contundencia de lo vivido?

 

Solo decirles que dejamos atrás Tierra Santa, con el asombro y la transparencia de los niños, sumada a nuestra emocionada Acción de Gracias.

 

 

 

Subir a Ain Karen, recorriendo el sendero que caminara la Virgen Madre, en Su visita a Isabel, fue una dulce experiencia que perfumamos con Ave Marías, ofrecidas como fragantes rosas a la Reina del Cielo.

 

Los primeros albores de un día sereno, guiaron nuestros pasos hacia la ciudad de David: Belén es una perla preciada y, un destino anhelado en nuestra Peregrinación. Tuvimos el privilegio de participar de la Santa Misa, presidida por el Padre Luis, en la Gruta de San José, pegadita a la Sagrada Gruta del Nacimiento. Veintidós corazones, ungidos de Gracia, nos dejamos invadir por la ternura del Niño Dios, porque en Belén ¡siempre es Navidad! Es en esta Navidad, vivida en el corazón junto a Uds., donde descubrimos el valor del Amor, que supera tiempo y distancias…  Donde el saludo navideño, adquiere su verdadero sentido; donde la oferta consumista del mundo, no tiene cabida, porque un Niño pequeño, en la humildad de un Pesebre, nos regala un cúmulo de Dones, que nadie, ¡jamás!, podrá superar.

 

 

 

Renovamos nuestras Promesas Bautismales a orillas del río Jordán, donde aún se puede escuchar la voz de trueno del Bautista… Una voz clamando en el desierto, que convirtió nuestros corazones en oasis de Paz y Amor, donde el Hijo de Dios estableció Su Reinado.

 

 

 

El Mar de Galilea nos acogió en una jornada donde, cerrando los ojos, nos dejamos arrullar por la cadencia de las aguas, mientras el viento suave nos remontaba a aquellos días, en que los pescadores galileos, respondiendo al llamado de Jesús, se convirtieron en pescadores de hombres.

 

Esta vez, Pedro, Santiago y Juan nos recibieron en su ambiente… Traspasando los siglos, los vimos atareados preparando redes y barcas, hasta que Él los convocó para una misión más alta…

 

En el corazón vivenciamos las palabras del Amor y del Perdón: “Simón, hijo de Jonás ¿me amas?” y en cada pregunta, nuestros nombres ocupaban el nombre del Pedro, mientras nuestros corazones respondían:”Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo…”.

 

 

 

Llegar a Jerusalén, fue pisar el terreno del despojo y la entrega. Jerusalén es el espacio del Amor Divino y de la tragedia humana, tragedia que se transforma en Salvación del mundo.

 

El Cenáculo nos acogió con la simplicidad de su estructura y la grandiosidad de su memoria viva. La noche del Jueves Santo, se nos presentó clara y concreta, escondida entre aquellas paredes, testigos mudos de la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio.

 

El Huerto del Getsemaní, escenario del drama, nos retrotrajo a aquellas últimas horas, donde el  Amor preparaba Su Obra Redentora. Participar de la Santa Misa en este lugar, rodeando la piedra donde el Redentor aceptara la Voluntad del Padre, superando la natural y humana aversión al dolor permitió que entendiéramos con el corazón, Su decisión de beber el Cáliz amargo de la Entrega Suprema.

 

La Basílica del Santo Sepulcro, a la que llegamos después del emotivo Vía Crucis, fue el jalón final de nuestro itinerario de Fe, donde los episodios bíblicos tomaron identidad propia y se presentaron en la crueldad de su realismo. Desde el Monte Calvario hasta el Santo Sepulcro, la emoción inundaba nuestros corazones, derramándose en una sola súplica: “Jesús, hijo de David ¡ten piedad de mí!”… Tuvimos el privilegio de participar, junto a los franciscanos, de la Santa Misa en el Santo Sepulcro, donde celebramos el triunfo de Cristo, encarnando en el corazón las palabras del Ángel “No está aquí, ha resucitado…” Pedimos la Gracia de resucitar con Él y con nosotros nuestras familias, nuestros amigos, la Comunidad en su conjunto. Resucitar de nuestras miserias, de nuestras limitaciones; resucitar de nuestros egoísmos y de nuestras vanas comodidades; resucitar de nuestras mezquindades, para abrirnos al Misterio del Amor que “…todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta…”.

 

 

 

Una parte de nosotros quedó en esa Tierra bendita, pero en contrapartida, una parte de Tierra Santa está en nuestros corazones. Una parte que será camino de conversión para nosotros y para aquellos con los que compartimos la vida.

 

El Nazareno nos convoca a ser testigos y misioneros de Su Palabra; nos plantea el desafío del Amor, para que Su Paz reine en el corazón de los hombres, para que desde nuestros corazones se abra camino, hacia el corazón de ustedes.

 

Con esa convicción atesoramos la Gracia recibida, para que fructifique multiplicada, en todos y cada uno.

 

 

 

Peregrinos de la Basílica de la Natividad de la Santísima Virgen

 

Noviembre de 2014

 

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Las fotos fueron tomadas del sitio oficial del Vaticano en Internet

ESPERANCINO FRANCISCO MATE PAPA

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