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El adiós a Matías Vaca, en nombre del fútbol que duele

Crédito: RRSS

Hay noticias que cuestan escribir. Palabras que duelen, que se vuelven nudos en la garganta y silencio en el corazón. La muerte de Matías Vaca, jugador de la reserva de Libertad de Nelson, nos atraviesa a todos los que amamos el fútbol, porque no se trata solo de una camiseta, un club o una Liga. Se trata de una vida joven, llena de sueños, que se apagó demasiado pronto.

Matías tenía apenas 20 años. En un partido de la Liga Esperancina, en una jugada casual, un choque fortuito con un rival terminó desencadenando lo impensado. Después de varios días de internación y lucha, su cuerpo dijo basta. Pero su historia, su presencia, su risa y sus ganas no se van. Quedan en quienes lo conocieron, en sus compañeros, en su familia y en cada rincón del club Libertad.

Hoy el fútbol llora. Llora Nelson, llora la Liga, lloran los amigos, los entrenadores, los que compartieron vestuario, viajes, asados y sueños de domingo. Porque esto no es solo una tragedia deportiva. Es una tragedia humana. Un golpe seco, que nos recuerda lo frágil que puede ser la vida, incluso en un espacio tan nuestro, tan lleno de alegría como una cancha de fútbol.

A su familia, a sus seres queridos, a sus amigos de toda la vida, a sus compañeros de equipo y a la gran familia de Libertad, el abrazo más sincero y respetuoso. No hay palabras que alcancen, pero sí hay una comunidad que acompaña y que no va a olvidar.

Matías Vaca ya no podrá volver a ponerse los botines, pero cada vez que alguien entre a esa cancha en Nelson, cada vez que ruede la pelota en un partido de reserva, cada vez que se grite un gol o se abrace una victoria, él estará ahí. En la memoria, en el corazón y en el alma de este fútbol nuestro que, hoy, llora a uno de los suyos.

Hasta siempre, Matías. Tu huella queda. Y eso nadie lo borra.

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DOLOR MATIAS VACA FALLECIMIENTO

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