Mientras productores agropecuarios de toda la región se desesperan por la realidad y el futuro, sus hijos y docentes viven el sacrificio diario de llegar a las escuelas rurales para seguir construyendo ciudadanía.

"Sólo el que vive en el campo puede entender el sacrificio que implica que sus hijos puedan asistir a la escuela. Valoro el esfuerzo de la comunidad por cumplir con sus obligaciones de enviarlos a clase, aquellos que pueden hacerlo" menciona la comunidad educativa de la Escuela J.M.Aguirre de la zona rural de Esperanza en sus redes sociales.

Los productores agropecuarios están desesperados por la situación económica y de aislamiento. La cosecha perdida, el deseo de cerrar el tambo, el no saber que deparará el futuro forman parte de las preocupaciones que marca la vida de la familia rural.

Mientras tanto, docentes y alumnos buscan seguir construyendo comunidad. Llegar a las escuelas rurales es hoy una odisea. Caminos destruidos y algunas escuelas aisladas forman parte de la realidad de hoy a pesar de transitar ya un cuarto día de sol en nuestra región.

Las imágenes que ilustran esta nota forman parte de la realidad de una escuela que está ubicada el oeste de Esperanza, apenas a 500 metros de la ruta provincial 70. La Escuela 300 José María Aguirre intenta recuperar su ritmo de vida y también lograr que todos sus alumnos regresen a las aulas.

El sacrificio de docentes para llegar a las aulas, recuperar instalaciones e intentar que la vida escolar sea un lugar de encuentro, conocimientos y desarrollo más allá de la durísima realidad que les toca vivir a diario.

Sirvan estas imágenes de homenaje a ese esfuerzo, a ese trabajo silencioso diario que hacen grande un país.

Algunas imágenes publicadas por docentes de la Escuela Aguirre.

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