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Cuando el resultado vale más que los chicos

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Crédito: web

Alegría por lo vivido, por los goles gritados, las camisetas transpiradas, los abrazos con amigos.

Tristeza, porque hay un puñado de chicos que no jugaron ni un minuto.

No jugaron, no porque faltaran a entrenar o no quisieran al club. No jugaron porque el objetivo era “pelear el campeonato”. Aunque el discurso —siempre— es que los chicos se tienen que formar y divertir.

Entonces, ¿cuál es el mensaje real? ¿El que se dice… o el que se practica?

Encima, a eso se suma algo que pocas veces se menciona:

Cada categoría agrupa dos años de nacimiento.

Y en edades como octava o séptima división, eso pesa. No es lo mismo el que nació en enero de 2016 que el que nació en diciembre de 2015. La diferencia puede ser de casi tres años en desarrollo físico, emocional y futbolístico. Y a esa edad… se nota.

Y al tener dos años por división, los planteles están sobrepoblados. A veces hay 28, 30, hasta 35 chicos en una misma categoría. Pero solo entran 11.

Y juegan… 14, con suerte.

Entonces, ¿formamos o descartamos? Porque ese doble discurso —de profes, padres y dirigentes— tiene consecuencias.

Esos chicos que no juegan, muchas veces, se van del club. Y cuando se van del club… gana la calle. Y cuando gana la calle, perdemos todos.

Entonces pregunto: ¿Hasta dónde es verdad eso de formar y divertirse? ¿O siempre termina pesando el resultado?

La formación real no se mide en copas. Se mide en pertenencia, en valores, en ganas de volver al club el lunes. Porque si un chico deja el fútbol con tristeza, no fracasó él. Fallamos los adultos.

No hay formación posible si se siembra frustración. Y no hay campeonato que valga más que un pibe con ganas de volver.

Autor: 338434|
FUTBOL FORMATIVAS LEF

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