El 16 de julio de 2023 se celebraron las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias que marcaron el comienzo del cambio de color político para la ciudad de Esperanza y la provincia de Santa Fe. En esa compulsa electoral celebraron el triunfo Rodrigo Müller y Maximiliano Pullaro como los más votados en su categoría dentro del amplio frente "Unidos para Cambiar Santa Fe".
En la ciudad fue la gran sorpresa porque el "ganador cantado" de esa primaria era Cristian Cammisi quien en los últimos meses había repetido su historia de vida política: alejarse del fascendinismo para mostrarse independiente y después regresar al sector del cual renegaba para negociar cargos o supervivencia, según su resultado electoral.
Cammisi ya se sentía ganador antes de jugar el partido, no quiso acordar con la UCR tradicional y terminó recostándose en el PRO, su sede y su poco confiable estratega. Trató de sumar algunos radicales díscolos, prometió cargos a todos los que se acercaron y repitió su menú de promesas maquilladas como programas, presentadas con algunos referentes que se sentían equipo, convencidos que esta vez ellos iban a gobernar la ciudad.
Tras perder dos elecciones a intendente con Ana Meiners, el dirigente radical se probaba repetidamente los trajes de nuevo mandatario. "Lo importante es llegar, después vemos" era el mantra interno que justificaba promesas a todos los que se acercaban. Es divertida la anécdota que cuenta una pelea entre dos mujeres en la semana previa a esa elección porque las dos tenían la promesa de ocupar la misma secretaría. Coincidencias de ambiciones de servicio comunitario.
En la otra vereda
Sobre fines del 2022 el fascendinismo presentó a su mas confiable alumno como candidato a intendente. En el mundillo político se especulaba que era una jugada para terminar acordando con Cammisi una lista sólida para ganar sin sobresaltos la elección. No existió acuerdo y la rosca política mostró la oportunidad de jugar a todo o nada una elección que en los comienzos del 2023 parecía tener un ganador claro.
Rodrigo Müller mantuvo su perfil técnico, estilo amigable y a sus armadores escondidos para no agitar fantasmas de tiempos pasados. Utilizó la "chequera" y presencia de la diputada Jimena Senn para recorrer instituciones, medios de comunicación y mostrar equipos y propuestas. Se recostó en el radicalismo universitario que lo llenó de técnicos y se esforzó por no pelearse con nadie. Las promesas y las roscas vinieron desde la mesa chica de la familia del ex vicegobernador de la provincia, que también se mostraban amplios y amigables.
Con el objetivo del triunfo y las promesas de cargos en la provincia para todos, el radicalismo local logró que el PDP y el PS también jueguen en la contienda electoral local dentro del mismo frente, sumando a sus históricos detractores a posicionarse como opositores sin riesgo.
Como era lógico, rumbo a la elección general se silenciaron todas las críticas del socialismo y demoprogresismo. Los pagos llegaron y toda la comunidad recuerda a esos dirigentes políticos críticos, que hoy son funcionarios provinciales.
¿Acuerdo con el PJ?
El partido que gobernaba la ciudad estaba sin fuerzas de gestión, afectados económicamente en el post pandemia y asfixiados de nuevos recursos por tener una conformación en el Concejo Municipal mayoritariamente opositora. Meiners nunca pudo controlar ni a sus propios concejales y el desgaste era evidente. El candidato elegido por la intendenta para reemplazarla, falleció y a último momento se decidió que el hiperactivo Martín Franconi sea el candidato a reemplazarla. El dirigente puso el pecho, defendió la gestión y propuso continuidad.
El apoyo de Meiners fue tibio, casi con resignación hacia un destino con derrota. Por el momento ella quedará como la única dirigente justicialista que gobernó la ciudad. Terminada la gestión se conoció que la ex intendenta no le cumplió lo prometido a ese dirigente al que le pidió poner la cara en el debacle.
"Carlos, no le podemos dejar la ciudad a este chico" cuentan que Meiners le dijo a Fascendini en un encuentro privado. Ese "chico" era el que las encuestas señalaban como ganador.
¿Habrá sido así? Lo dudamos. Los resultados de esas elecciones primarias alimentan el mito. La cantidad de votos cosechados para la categoría intendente y concejales del Partido Justicialista marcan un corrimiento de apoyos. Los números muestran un mayor apoyo al Frente Unidos para intendente que para concejales. "Es imposible mover votos del PJ a la UCR, no es sencillo, la gente vota a quien quiere", dicen en ON los mismos dirigentes políticos que en OFF desconfían de todo tipo de pacto.
No existían encuestas que delataran el triunfo de Rodrigo Müller en la elección primaria del 16 de julio. Sólo algunos datos evidenciaban un cansancio de la comunidad frente al prometedor serial y había luces encendidas por respuestas diferentes ante dos preguntas: ¿Quién gana la elección? ¿Usted a quién vota?
La elección primaria la ganó Rodrigo Müller frente a Cammisi y Copes. La diferencia fue de unos 200 votos y la "sorpresa" marcó el comienzo de una nueva etapa política para la ciudad.
La general
La elección general encaminó debates y la balanza estaba tan inclinada que hasta se pudo hacer un debate público entre los tres candidatos. El fascendinismo contuvo a todos, prometió cargos y logró ganar la elección.
Enfrente estaba el justicialismo desgastado desde la gestión. No lograron unidad de trabajo para defender el gobierno y las peleas internas dominaron el panorama.
La tercera dirigente que participó de la elección general fue Andrea Martínez, también radical, pero crítica del sector ganador, que se presentó desde la Coalición Cívica. Su limitación de recursos fue parte de la anécdota electoral frente al poderoso frente "Unidos" que venía por todo. Su frontalidad y capacidad de trabajo siempre destacada no fue opción mayoritaria. Martínez fue verdadera oposición y se diferenció de los críticos que hoy son gobierno. En soledad hoy sigue sosteniendo el discurso con hechos y observa como varias de sus propuestas maquilladas son programas del actual gobierno.
Tras 16 años de gestión justicialista, la comunidad pedía algo distinto y eso quedo claro en la noche de ese domingo de primarias del año pasado. Müller se presentó como un cambio y se encaminó a una elección general sin mayores sobresaltos. En los festejos apareció el equipo que integraban los ex intendentes radicales Carlos Fascendini y Rafael De Pace.
Ese radicalismo que fue capaz de sentenciar como "olor a cala" la alianza con el PRO y que años después le puso el cartel de "Cambiemos" a su sede. Ese radicalismo camaleónico hoy gobierna la ciudad y para ello fue clave la elección que se vivió un año atrás.
De allí a la elección general, el armado del gabinete, la mayoría automática y el impactante impuestazo, son solo pasos de la historia contemporánea que analizaremos en otros aniversarios. El fascendinismo vino para quedarse varios años y tiene experiencia ganada para transitar el camino.