Hay fechas que se imponen al calendario, que se graban en la historia no por un solo hecho, sino por la acumulación de emociones, talentos y pérdidas. El 24 de junio es, para la Argentina, mucho más que un número. Es un símbolo. Es el día en que la gloria y el dolor se cruzan en una misma esquina. Es el día en que nacen ídolos… y también se despiden.
Basta con mirar esta imagen: no es un collage al azar, es una postal de lo que somos. En lo más alto, Lionel Messi, quizás el argentino más admirado del planeta, besando la Copa del Mundo, consagrando una carrera que empezó también un 24 de junio, hace ya más de tres décadas. A su lado, Juan Román Riquelme, el hombre que supo convertir el silencio en arte, el ídolo de Boca, el último diez del potrero. Ambos nacieron ese día. ¿Casualidad? Difícil de creer.
También nació un 24 de junio Duki, referente del trap argentino, esa voz rasgada que representa a toda una generación que aprendió a cantar sus verdades sin pedir permiso. Distintos escenarios, mismos latidos: fútbol, música urbana, identidad.
En el mismo día que nos trajo íconos, también sufrimos pérdidas irreparables. Carlos Gardel, el Zorzal Criollo, murió el 24 de junio de 1935 en un accidente aéreo en Medellín. Su voz, sin embargo, nunca se apagó. Sigue flotando en los tangos, en los cafés, en el alma porteña. Décadas después, en 2000, otro 24 de junio nos dejó Rodrigo “El Potro” Bueno, el chico de la tonada cordobesa que llenaba estadios con su cuarteto enardecido y su sonrisa imbatible. Su muerte fue un baldazo de agua fría, una herida que aún no cicatriza del todo.
Y como si el destino hubiera querido exagerar, el 24 de junio también nació uno de los grandes pensadores argentinos: Ernesto Sabato. Escritor de sombras y de verdad, autor de El túnel y presidente de la CONADEP, que ayudó a narrar lo innombrable tras la dictadura. También aparece un grande de el volante Juan Manuel Fangio, cinco veces campeón del mundo de Fórmula 1, figura de elegancia y temple, orgullo de un país que alguna vez dominó el automovilismo mundial.
La lista no es casual. Cada uno de estos nombres, desde el tango hasta el trap, desde la Fórmula 1 hasta el potrero, desde la literatura hasta el cuarteto, representa una faceta de la identidad argentina. Una muestra de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que aspiramos a ser.
24 de junio. El día en que Argentina se mira al espejo y se reconoce: pasional, intensa, talentosa, herida, resiliente. Es un día que nos recuerda que este país tiene la capacidad única de crear figuras eternas, de llorar con ellas, de celebrarlas, de convertirlas en mito.
Porque si hay una fecha que respira argentinidad, esa es el 24 de junio. Donde nace el genio y muere el ídolo, donde se canta, se escribe, se juega… y se sueña para siempre.