No es un cumpleaños. No es una efeméride. No es una simple fecha para mirar de reojo en el almanaque. Hoy, Colón cumple 120 años y lo que nos reúne no es una celebración... es una misa.
Una ceremonia sagrada en la que cada uno de nosotros —en la tribuna, en la radio, en la memoria— renueva su juramento con la sangre roja y negra.
Colón no se explica. Colón se siente.
Como se siente la caricia de una madre, la mirada orgullosa de un padre o la sonrisa de un hijo cuando vuelve a casa.
Colón es casa, es refugio, es abrazo en la derrota y grito desbordado en la victoria. Es la camiseta que abriga cuando falta todo y es la bandera que flamea cuando sobra la alegría.
En estos 120 años, Colón nos enseñó que se puede llorar de amor, reír de pasión y cantar con el alma gastada pero nunca vencida.
Su nombre vibra en cada garganta, desde el barrio Centenario hasta la otra punta del mundo.
Porque un sabalero puede irse lejos, pero jamás se va de Colón.
Se lleva la tribuna en el pecho, la cancha en la piel y el grito en la garganta.
"¡Colón carajo!" —no es una frase, es una declaración de principios.
Hoy no festejamos. Hoy honramos.
Honramos al club que es esperanza del humilde y orgullo del que lo tiene todo.
Honramos al club que iguala, que hermana, que abraza sin preguntar.
Honramos al club que nos enseñó que no se traiciona, que no se abandona y que no se negocia.
Y si de honrar hablamos… ¿cómo no nombrar aquel 4 de junio de 2021?
El día que la historia nos abrazó para siempre.
El día en que la bandera sabalera se plantó en lo más alto y el grito de campeón atravesó generaciones enteras.
Aquel título fue más que una estrella: fue la consagración de cada lágrima, de cada viaje, de cada siesta desvelada por los colores.
Esa Copa es la foto eterna de lo que somos: lucha, pasión, identidad.
Y cómo no hablar de la hinchada…
Esa hinchada que no abandona ni pregunta cómo vamos.
La que llena canchas, rutas y corazones.
La que cruzó el continente para teñir Asunción de rojo y negro como jamás se vio.
La que no se mide en números, se mide en amor.
Esa hinchada que late al ritmo de una cumbia que hoy suena en cada rincón del país.
120 años... y apenas estamos empezando a caminar.
Porque si algo sabemos los sabaleros es que la gloria no es un destino: es un camino.
Un camino que se recorre con los pies en el pasto y el corazón en llamas.
Gracias Colón. Gracias por tanto. Perdón por nada, porque siempre te dimos y te daremos todo. Por mil años más. Porque la historia no termina. La historia recién empieza.
Colón viejo nomás. La gloria nos espera… ¿Por qué? Porque somos Colón, carajo.
Por eso, Colón, mientras exista una casa con sabor a cosas cotidianas donde tu bandera sangre y luto se mueva al compás del viento de la vida, ¡tu nombre no morirá jamás! 05/05/1905- ♾️ pic.twitter.com/A9HUzRnnhO
— Club Atlético Colón ⭐ (@ColonOficial) May 5, 2025